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martes, 30 de marzo de 2010

EL USO DEL CHUPETE


Tan antiguos son los chupetes como la controversia que genera su uso. Sus defensores subrayan que puede calmar la ansiedad y el estrés en los más pequeños. Incluso se ha recomendado para reducir el riesgo de muerte súbita.

Sus detractores, en cambio, aseguran que interfiere en la alimentación materna porque puede confundirse con el pezón. También se le acusa de alterar el cierre interdental si se abusa. Ahora se afirma también que podría afectar al desarrollo del lenguaje.

Parece haber consenso en que estos, si se ofrecen tarde y se retiran a una edad adecuada, no tienen por qué interferir en el desarrollo normal de los dientes, aunque siempre conviene informarse sobre un uso prudente.

Los niños que usaron chupete por más de tres años eran tres veces más propensos a padecer trastornos del lenguaje

El aumento de este tipo de productos concede relevancia a un estudio publicado en la revista "BioMed Central Pediatrics". Los resultados indican que el uso del chupete durante demasiado tiempo e, incluso, algo tan habitual como chuparse el dedo o tomar el biberón, podrían ser conductas perjudiciales para el desarrollo del lenguaje en los niños.

Los investigadores evaluaron las asociaciones entre los hábitos de succión y alimentación y los trastornos del lenguaje en preescolares de entre tres y cinco años. Los resultados mostraron que retrasar el uso del biberón hasta que el niño tenía al menos nueve meses reducía el riesgo de desarrollar trastornos del lenguaje en edad preescolar.

Por otro lado, los menores que succionaron sus dedos o utilizaron un chupete durante más de tres años mostraron ser hasta tres veces más propensos en el desarrollo de trastornos del lenguaje. Los efectos perjudiciales de estas conductas se concretaron en dificultades para pronunciar ciertos sonidos de palabras o para simplificar su pronunciación.

El uso habitual del chupete impide ejercitar los músculos de la cavidad oral necesarios para el habla
La hipótesis de los investigadores se basa en que los niños, cuando se chupan el dedo o usan de manera habitual chupete o biberón, no ejercitan todos los músculos de la cavidad oral. Esto impide que no desarrollen completamente la capacidad para el habla.

Por el contrario, durante la lactancia materna, el bebé ejercita todos los músculos de la boca, cara y la lengua, y logra una mejor capacidad de habla.

Estudios anteriores ya habían revelado que el amamantamiento es beneficioso en el desarrollo de la respiración coordinada, el acto de tragar y la articulación del habla.

Aunque los científicos apuntan que los resultados del estudio proporcionan más evidencias sobre los beneficios de una duración mayor de la lactancia en los bebés, advierten de que los resultados deberían ser interpretados con precaución porque se trata de datos observacionales.

El hábito de succión de los niños pequeños se debe a un reflejo natural. El deseo de chupar está relacionado con la capacidad de supervivencia, ya que le permite alimentarse y crecer. Puesto que es un mecanismo reflejo, es fácil observar que el niño simula la succión, después de haber terminado la toma. De la misma manera, durante las primeras semanas, es probable que repita este gesto cuando se le acerque algo a la boca. Es un error frecuente interpretar esto como una falta de aporte en la alimentación del niño.

Los bebés experimentan una sensación de seguridad derivada de la succión. Les relaja y tranquiliza porque consiguen una sensación placentera y reconfortante. Por este motivo, no se le debe forzar a interrumpir este "chupeteo". El efecto relajante es tal que permanece mucho más allá de los primeros meses de vida, cuando el reflejo de succión ya no es necesario en su función nutricional: es frecuente encontrar a niños de tres o cuatro años con un chupete o que chupan el dedo.

Se debe comenzar a lmitar su uso durante el primer año La Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPAP) considera queya en la segunda mitad del primer año se debe comenzar a limitar su uso y, durante el segundo año, conviene restringirlo a algunas situaciones, como ir a dormir o en estados de estrés emocional. No está demostrado que resulte mejor una retirada paulatina.

No se recomienda recurrir a castigos o medidas humillantes para forzar el abandono de este hábito. En lugar de reprender al niño cuando lo use, hay que alabarle si no lo hace, como refuerzo positivo.

También se recomienda negociar con ellos, establecer retos para dejar de utilizarlo (el día de su cumpleaños, las próximas vacaciones...) o trueques.

Es imprescindible no obsesionarse ni impacientarse. En el caso de niños más mayores, puede funcionar el discurso del propio pediatra o dentista. Estos le pueden explicar qué podría pasarle a su boca si usan durante mucho tiempo el chupete. Si tras conseguir que dejen de utilizarlo vuelven a pedirlo, no hay que caer en el error de devolvérselo.

sábado, 27 de marzo de 2010

A LOS 7 MESES LOS BEBÉS YA DISTINGUEN EMOCIONES



La sensibilidad a la voz surge entre los cuatro y los siete meses de edad.
Investigaron cuándo durante el desarrollo las regiones de la corteza temporal se volvían sensibles a la voz humana.
Este descubrimiento podría proporcionar información y ayudar a la detección temprana de trastornos del neurodesarrollo como el autismo.

El cerebro de los bebés a los siete meses demuestra una sensibilidad ante la voz humana y las emociones comunicadas a través de la voz que es muy similar a la observada en el cerebro de los adultos, según un estudio de la Universidad de Londres en Reino Unido que se publica en la revista 'Neuron'.

El estudio prueba los orígenes del procesamiento de la voz en el cerebro humano y podría proporcionar información sobre los trastornos del neurodesarrollo como el autismo.

Los científicos del Centro de Desarrollo Cerebral y Cognitivo de la Universidad de Londres, dirigidos por Tobias Grossmann, realizaron su estudio en el laboratorio de Angela D. Friederici en el Instituto Max Planck de Ciencias Cognitivas Humanas y del Cerebro en Alemania.

Los investigadores utilizaron espectroscopia cercana al infrarrojo para investigar cuándo durante el desarrollo las regiones de la corteza temporal se volvían sensibles a la voz humana. Estas regiones corticales específicas han tienen un importante papel en el procesamiento del lenguaje hablado en los adultos.

En los humanos, la sensibilidad a la prosodia emocional es crucial para la comunicación socialEl equipo de Grossmann observó que los niños de siete meses y no los de cuatro meses mostraban mayores respuestas similares a las de los adultos en la corteza temporal como resultado de la voz humana en comparación con sonidos no vocálicos, lo que sugiere que la sensibilidad a la voz surge entre los cuatro y los siete meses de edad.

Otra cuestión importante a la que se dirige el estudio es si la actividad en las regiones cerebrales sensibles a la voz en los bebés está modulada por la prosodia emocional, que es la estructura rítmica emocional que puede reflejar los sentimientos de quien habla y que ayuda a transmitir el contexto del lenguaje.

Los investigadores observaron que una región sensible a la voz en la corteza temporal derecha mostraba una mayor actividad cuando los bebés de siete meses escuchaban palabras con prosodia emocional (enfado o felicidad). Se cree que tal modulación de la actividad cerebral por las señales emocionales es un mecanismo fundamental del cerebro para priorizar el procesamiento de estímulos significativos en el entorno.

"Nuestros descubrimientos demuestran que las regiones del cerebro sensibles a la voz están ya especializadas y moduladas por la información emocional a los siete meses de edad y plantean la posibilidad de que los procesos críticos del neurodesarrollo que subyacen a la alteración del procesamiento de la voz que se da en trastornos como el autismo podrían suceder antes de los 7 meses", explica Grossmann.

Por ello, el investigador concluye que en futuros trabajos su método será utilizado para evaluar diferencias individuales en las respuestas de los bebés ante voces y prosodia emocional y que podría servir como uno de los posibles marcadores que ayuden a la identificación precoz de los bebés con mayor riesgo de sufrir trastornos del desarrollo neurológicos.

sábado, 13 de marzo de 2010

Fomentar La Autoestima En Los Niños


Fomentar La Autoestima En Los Niños

El concepto “autoestima” es relativamente reciente. La mayoría de nuestros padres y educadores no habían ni escuchado hablar del término. Cuando comenzamos a educar a los niños lo hacemos lo mejor que podemos ya que nadie nos entrega un manual de cómo mejorar, corregir o cambiar lo que sentimos que falló.

Pero sin darnos cuenta, volvemos a repetir el mismo modelo que empleaban nuestros padres a la hora de educarnos. Con el propósito de corregir el comportamiento o actitud del niño, creemos que señalando continuamente sus errores, lo qué hace mal, sus equivocaciones y supuestos fracasos obtendremos resultados óptimos. Sin embargo, los resultados suelen ser lo opuesto, porque lo que estamos haciendo es reforzar lo que en un principio queríamos cambiar.

Las creencias de los padres es lo primero que los niños aprenden. Lo que creemos de nuestros hijos y como nos comunicamos con ellos es la base de su desarrollo como individuos equilibrados. La imagen que estableces de tu hijo, se convertirá en la que él aprenderá a tener de sí mismo.

Es fundamental observar cómo nos comunicamos con ellos para modificar los mensajes que puedan estar influyendo negativamente en el desarrollo de su autoestima.

¿Cómo describirías a tu hijo?

Cuando hablas de él, ¿señalas sus defectos o sus virtudes? Es importante prestar atención a los mensajes verbales y no verbales que les transmitimos. Hay que observar el lenguaje que utilizamos cuando nos comunicamos con ellos. ¿Estamos constantemente recordándole lo que hace mal, lo que no hace, lo que debería hacer? Y preguntarnos sinceramente si estamos obteniendo los resultados que deseábamos en un principio.

Un lenguaje crítico o acusador con el niño, lo desalienta. Si le reprimimos constantemente o menospreciamos, dejará de confiar y comunicarse con nosotros. Si le humillamos o ridiculizamos sus intentos, acabará perdiendo seguridad en sí mismo y dejará de probar nuevas actividades. Pensará “¿para qué? Si nada de lo que hago está bien”.

Cambiar el lenguaje

Es más efectivo corregir al niño con mensajes claros y concisos, sin críticas negativas, guiándole amorosamente hacia lo que esperamos de él. Cuando el niño no se siente juzgado, ridiculizado o humillado, no pierde la confianza en sí mismo, ni duda de su valía.

Cuando aprendemos a comunicarnos con el niño desde un lenguaje que resalte sus cualidades en vez de sus defectos, comenzaremos a ver resultados alentadores. Si le estimulamos positivamente, el nos responderá positivamente. Aprenderán a crecer con confianza en sí mismos y en el mundo que les rodea, y se sentirán capaces de afrontar nuevos retos, sin miedo al ridículo o a equivocarse.

Si elogiamos las cualidades del niño, estaremos potenciando su autoestima. Cuando reconocemos su valía, por ejemplo, cuando le decimos: “Valoro tu inteligencia, tu sensibilidad, curiosidad”… estaremos reforzando sus aspectos positivos y eso les estimulará para continuar con confianza en la vida.

Formas de fortalecer su autoestima

A continuación aporto algunas formas sencillas para comenzar a potenciar la autoestima de los niños.

Escribir una lista de todas las cualidades de tu hijo

Recordarle cuanto le valoras
Elogiar cada pequeño progreso
Aceptarle tal y como es
Guiarle amorosamente para corregir comportamientos inadecuados
Emplear un lenguaje verbal y corporal positivo
Dejar de criticarle
Dejar de utilizar la culpa como estrategia
Lenguaje Verbal Positivo

Estoy orgullosa de ti
Eres un niño muy: sensible, creativo, inteligente, simpático…
¡Eres capaz! ¡Inténtalo!
Puedes equivocarte, así aprendimos todos
Cada día eres más: ordenado, despierto, atento, cooperativo…
Lenguaje Corporal Positivo

Demostrarle tu afecto
Darle mimos, besos, caricias y abrazos
Jugar con tu hijo
Escucharle con atención: sus percepciones son importantes
Una vez que hayáis comenzado a poner en práctica estas sugerencias, les recomiendo que tomen nota de los resultados. ¿En qué ha mejorado el niño? ¿Qué actitudes han cambiado?

Para concluir, no existen los padres perfectos, ni los hijos perfectos. Todos, lo hacemos lo mejor que sabemos y podemos. Lo importante es “darnos cuenta” y modificar lo que vemos que no funciona. Aprender a potenciar las cualidades positivas de nuestros hijos para que puedan llegar a desarrollarse plenamente en todos los aspectos de su vida.

G.C.

jueves, 11 de marzo de 2010

Libros que nos ayudan a estimular la inteligencia de nuestros hijos



Muchos cuando oyen a unos padres interesados en la estimulación temprana de sus hijos, en seguida piensan en unos padres empeñados en tener un niño superdotado, forzando a su hijo con todo tipo de actividades aburridas y queriendo que toque el piano a los seis años.

Nada más lejos de la realidad de muchas familias. La estimulación temprana bien entendida consiste en compartir tiempo de juego y risas con los niños. En pasarlo bien tanto los padres como los hijos. Trata de que los padres, al tiempo que se divierten, ayuden a sus bebés a desarrollarse de una manera saludable sin forzar nada.

Respetar los ritmos de cada niño es fundamental. Pero ese respeto no está reñido con una estimulación adecuada que les ayude a sacar todo su potencial
No hay que obsesionarse con las escalas de desarrollo y pretender que el niño esté siempre por encima de la media, tampoco marcarse programas y horarios rígidos ni ser un experto en estimulación temprana.

De hecho estimular a los bebés de la forma adecuada es algo que les sale de manera instintiva a casi todos los padres. Y prácticamente todos los juegos tradicionales como los cinco lobitos, los juegos de cosquillas, las canciones típicamente infantiles... es precisamente lo que hacen: estimular la inteligencia de nuestros bebés.

Hay en el mercado una cantidad enorme de libros muy interesantes en este sentido. Aquí hay una selección, que incluye tanto clásicos como Los gestos del bebé hasta recientes lanzamientos como La magia de desarrollar la inteligencia de nuestros hijos.

Los gestos del bebé, cómo hablar con tu hijo antes de que él sepa hablar de Linda Acredolo y Susan Goodwyn es un ejercicio magnífico de comunicación temprana. Las autoras proporcionan a los padres un programa simple, divertido y paso a paso para enseñar a bebes de entre uno u dos años a combinar la utilización de gestos y signos además de palabras para comunicarse.Se trata de aprovechar la tendencia natural de los bebés ha hacer gestos (lanzar besos, decir adiós...).

Los resultados de sus investigaciones han puesto de manifiesto que con esta vía de comunicación precoz no sólo los padres consiguen comprender mucho mejor a sus hijos y sus necesidades y ellos se frustran mucho menos al ser capaces de comunicarse mejor, sino que además estos desarrollan capacidades que enriquecen sobremanera su comprensión del lenguaje.
La magia de desarrollar la inteligencia de nuestros hijos de Teresa López y Paloma Matías. El libro pensado para niños de a partir de tres años, tiene doce capítulos, cada uno de ellos aborda una situación diferente y cotidiana de la vida diaria: el desayuno, jugar en el parque, la hora de comer... La idea de las autoras es darnos pistas para hacer de cada momento del día a día una experiencia de aprendizaje.

Sus autoras son maestras y licenciadas en psicología. Ambas han ejercido la docencia directa en distintas etapas educativas y desde distintas funciones (tutoras de aula, profesoras de apoyo, puestos en la administración educativa, formación del profesorado, escuelas de padres...). Durante la última década su función principal ha sido la de orientadoras educativas. La redacción del libro recoge aquellas experiencias que han resultado útiles para un gran número de familias.
Hablando nos entendemos los dos es un manual muy utilizado por padres cuyos hijos presentan un retraso en el lenguaje que aplica la filosofía del método Hanen, seguir los intereses del niño, ponerse a su altura, facilitar la comunicación indirecta... pero resulta igualmente útil para padres de niños sin ningún problema.
Primeras habilidades del bebé, juegos creativos para favorecer el desarrollo durante el primer año de Miriam Stoppard. El primer año del bebé es determinante en el desarrollo futuro de las habilidades sociales, intelectuales y motrices del niño y con las herramientas que provee este libro se puede sacar el mayor provecho de las habilidades natas del bebé.
Con los ojos cerrados, la primera guía para enseñar a tus hijos a pensar de Angels Ponce ayuda a potenciar los pensamientos positivos, a trabajar desde muy niños el optimismo.
Conocimiento del entorno. 100 ideas para descubrir, comprender, experimentar, interaccionar y comunicarse con el mundo de A. Thwaites. Un libro sencillo y muy práctico. Ofrece cien ideas, actividades o sugerencias, de fácil realización y nada costosas, que utilizan siempre recursos corrientes. Desde el primer mes de vida hasta los seis años.
Juego musical y aprendizaje. Estimulación del desarrollo y la creatividad infantil de Alix Zorrillo Pallavicino. Saber música no es sólo cantar o tocar un instrumento, la música, disfrutar y jugar con las canciones y los instrumentos, estimulan el desarrollo integral del niño (intelectual, motriz, lenguaje…) dándole, además, la base para el desarrollo de sus aptitudes y conocimientos musicales.
150 juegos para la estimulación adecuada. De 0 a 3 años. Jorge Batllori y Víctor Escandell. En este libro hay 150 actividades, agrupadas por etapas: de 0 a 3 meses, de 3 a 6 meses, de 6 a 9 meses, de 9 a 12 meses, de 1 a 2 años y de 2 a 3 años.

lunes, 8 de marzo de 2010

ANTE EL STRESS INFANTIL


CÓMO PUEDEN AYUDAR LOS PADRES


Los padres pueden ayudar a sus hijos a responder ante el estrés de forma saludable de muchas maneras. Entre algunas de las cosas que pueden hacer los padres están las siguientes:

Darle al niño un hogar seguro, familiar, firme y confiable.
Ser selectivo con los programas de televisión que observan los niños pequeños (incluyendo los noticieros) que puedan producir miedos y ansiedad.
Pasar ratos tranquilos y relajados con el niño.
Alentar al niño a hacer preguntas.
Alentar al niño a expresar sus inquietudes, preocupaciones y miedos.
Escuchar al niño sin criticarlo.
Fortalecer los sentimientos de autoestima del niño, utilizar estimulación y afecto, tratar de involucrarlo en situaciones en las que pueda tener éxito.
Tratar de utilizar recompensas y estímulos positivos en lugar de castigo.
Darle oportunidades de hacer elecciones y de tener algún control sobre su vida. Esto es de particular importancia, ya que la investigación demuestra que cuanto más sienten las personas que tienen control sobre una situación, mejor será su respuesta al estrés.
Estimular la actividad física.
Conocer las situaciones y acontecimientos que son estresantes para los niños, como las experiencias nuevas, miedo a los resultados impredecibles, sensaciones no placenteras, necesidades o deseos no satisfechos y pérdidas.
Reconocer los signos de estrés no resuelto en el niño.
Mantener al niño informado de cambios necesarios y anticipados como cambios en el trabajo o mudanzas.
Buscar ayuda o asesoría profesional cuando los signos de estrés no disminuyan ni desaparezcan normalmente.

SIGNOS DE ESTRÉS NO RESUELTO EN LOS NIÑOS




Es posible que los niños no se den cuenta de que están estresados. Los padres pueden sospechar que un niño tiene estrés excesivo si éste ha tenido que experimentar una situación potencialmente estresante y comienza a mostrar síntomas como:


Síntomas físicos:
dolor de cabeza
molestia estomacal o dolor de estómago vago
alteraciones en el sueño
pesadillas
enuresis nueva o recurrente
disminución del apetito y otros cambios en los hábitos alimentarios
tartamudeo
otros síntomas físicos sin enfermedad física
Síntomas emocionales o de comportamiento
ansiedad
preocupaciones
incapacidad de relajarse
miedos nuevos o recurrentes (miedo a la oscuridad, a estar solo o a los extraños)
aferrarse al adulto, incapaz de perderlo de vista
comportamiento inquisitivo (puede o no hacer preguntas)
rabia
llanto
gimoteo
incapacidad para controlar sus emociones
comportamiento agresivo
comportamiento terco
regresión a comportamientos típicos de etapas anteriores del desarrollo
renuencia a participar en actividades familiares o escolares

PROBLEMAS DE NIÑ@S


Revista Padres e hijos
Los problemas de los niños, son tan importantes como los de los adultos y no deben pasar inadvertidos.


En estos días es difícil no encontrar personas que viven sometidas a constantes presiones laborales, familiares, sociales o económicas y cualquier detalle que se salga de la rutina o genere un problema adicional desencadena tensiones muy fuertes que ocasionan estrés y fuertes depresiones que afectan la salud integral.
Y es que estas situaciones, por cotidianas que parezcan, logran romper con el equilibrio emocional y físico de las personas, ya que se presentan como circunstancias de las que no se tiene el control inmediato o que se suman a la serie de problemas que ya se tenían aún sin resolver.

Pero aunque pudiera creerse que el estrés sólo afecta a los adultos, se ha comprobado que los niños y jóvenes también lo sufren y que las consecuencias pueden ser muy graves a nivel físico y psicológico, aunque lo eventos que lo producen no solamente sean negativos, sino también gratos e inesperados.

Sentirse tensos o preocupados es normal en la vida de todas las personas, pues el proceso de crecimiento y la adquisición de nuevas experiencias trae consigo cierto grado de presión, pero cuando éstas superan la capacidad para afrontarlas y generan ansiedad, aparece el estrés.

Los niños son más vulnerables en el aspecto emocional que los adultos, quizá porque no comprenden todavía el por qué de muchos eventos y porque deben lidiar con muchas exigencias a las que los adultos damos poca importancia o no nos damos cuenta de ellas, haciendo que sus fuentes de estrés provengan de los lugares y circunstancias que deberían darles más seguridad.

Presiones escolares, exigencias de los padres, problemas con sus amigos, pleitos, separación o divorcios de sus padres, enfermedades familiares, muerte de algún ser querido, cambio de escuela o casa, retos en los deportes y juegos, presiones por el tiempo de los padres, ruido, noticias del mundo y enfermedades, son algunas de las causas de estrés entre los niños y niñas que pueden perjudicar de manera importante su salud y su desempeño escolar así como sus relaciones familiares sobre todo con sus padres, familiares y amigos.

El asunto es más importante de lo que se piensa, ya que los niños ahora están viviendo una infancia llena de información que les es difícil de procesar y comprender, plena de violencia que les impide desarrollarse libremente sin temores, con exceso de responsabilidades y demandas ante una sociedad muy, pero muy competitiva que exige cada día más de ellos y ellas para que puedan salir adelante.

Otros problemas severos se originan por los problemas económicos que les afectan y por la cada vez menos disponibilidad de ambos padres para atenderlos, por la necesidad de trabajar y solventar los gastos de manera conjunta, lo que los lleva a sentirse solos e impotentes muchas veces para resolver sus problemas.

El riesgo es grande y puede manifestarse por medio de rebeldía, aislamiento, desarrollo de adicciones, enfermedades severas y hasta de suicidio, que lamentablemente se ha incrementado en niños y jóvenes de forma alarmante en los últimos años.

Si bien no es fácil cambiar muchas de las actividades y compromisos contraídos, sí podemos ayudar a los niños y niñas a combatir el estrés para que no se sientan presionados con facilidad, haciendo lo siguiente.
- Hacer que el tiempo que estemos con ellos sea de calidad y no tanto de cantidad.
- Mantener una actitud positiva pensando que todo tiene solución. El sentido del humor es un factor protector muy importante, sobre todo durante los primeros años de vida.
- Buscar espacios para distracciones y no encerrarse en los problemas, mucho menos compartir con los hijos los que solamente competen a la pareja.
- Establece un estilo de vida saludable, buena alimentación, hacer ejercicio, descansar, evitar el consumo de tabaco, bebidas alcohólicas y otras drogas.
- Cuando haya episodios de estrés, evitar la ingesta de cafeína , chocolate, sal y alimentos ricos en grasas.
- Procurar que el ambiente familiar esté libre de ruidos estresantes.
- Escuchar a los niños y dar importancia a sus problemas, estableciendo juntos las posibles soluciones, para que sientan que son capaces de enfrentarlos.
- No compartir con ellos los problemas económicos, pero sí enseñarlos a ahorrar, a racionalizar lo que se tiene y evitar las compras de “caprichitos”, como un medio de corregir la “culpa”, por la falta de tiempo con ellos.

Investigadores de la Universidad de Málaga han creado el ‘Inventario de Estresores Cotidianos (IIEC)’, un método dirigido a la población escolar. Según los expertos, preocuparse por la apariencia física, participar en muchas actividades extraescolares y estar solo mucho tiempo son algunos de los factores que influyen en el riesgo de sufrir estrés infantil. Es estrés puede provocar trastornos del sueño y de la alimentación y bajo rendimiento académico

“Las cifras avalan la necesidad de disponer de instrumentos de evaluación específicos del estrés cotidiano que se dirijan a población infantil”, explica Mª Victoria Trianes, autora principal del estudio y catedrática de la Universidad de Málaga.

El informe, publicado en la revista española Psicothema, tiene 25 ítems de situaciones diarias en las áreas de salud, escuela, familia y relación entre iguales, todas relevantes en el desarrollo infantil. El inventario se valida también con otras fuentes como el profesorado y las madres y padres.

“El IIEC proporciona una valiosa información para el desarrollo de pautas de intervención psicoeducativa que mejoren la convivencia escolar y favorezcan que niños y niñas desarrollen herramientas adecuadas para el manejo del estrés cotidiano a lo largo de sus vidas”, afirma la investigadora.

Según los expertos el estrés hace que niños y adolescentes desarrollen sintomatologías ansiosas y depresivas, trastornos del sueño y de la alimentación, conductas disruptivas y bajo rendimiento académico. Además, también hay consecuencias en la salud física. Por ello, “su prevención y tratamiento efectivo tendrá consecuencias de salud mental y desarrollo óptimo en la infancia y adolescencia”, concluye la catedrática.

INVENTARIO INFANTIL ESTRESORES COTIDIANOS


Tabla 1
Índice de discriminación de los ítems definitivos del IIEC
Ítems Índice de
discriminación
01. Este curso he estado enfermo/a varias veces 0,41
02. Con frecuencia me siento mal (dolor de cabeza, náuseas, etc.) 0,49
03. Tengo cambios de apetito (como demasiado o como muy poco) 0,45
04. Me sobresalto por cualquier cosa 0,36
05. Tengo pesadillas 0,45
06. Me paso mucho tiempo sin hacer nada 0,32
07. Me preocupa mi apariencia física (me veo muy gordo/a o muy flaco/a, etc.) 0,43
08. Me cuesta mucho concentrarme en una tarea 0,66
09. Me canso muy fácilmente 0,33
10. Me muevo constantemente, no puedo estar quieto/a 0,35
11. Mis padres me regañan por comer muchas chucherías 0,39
12. Mis padres me llevan muchas veces al médico/a 0,42
13. Normalmente saco malas notas 0,39
14. He tenido cambios imprevistos de maestro/a 0,32
15. Mis maestros/as son muy exigentes conmigo 0,35
16. Participo en demasiadas actividades extraescolares 0,28
17. En el colegio se meten mucho conmigo 0,38
18. Las tareas del colegio me resultan difíciles 0,37
19. Visito poco a mis familiares (abuelos/as, tíos/as, primos/as, etc.) 0,36
20. Paso mucho tiempo solo/a en casa 0,25
21. Paso poco tiempo con mis padres 0,22
22. Mis padres me mandan más cosas de las que puedo hacer 0,36
23. Hay problemas económicos en mi casa 0,25
24. Mi padre/madre tiene malos hábitos (bebe, fuma mucho, etc.) 0,32
25. Recientemente ha enfermado un familiar cercano 0,35

domingo, 7 de marzo de 2010

NIÑ@S de apenas 3 años ya sufren de obesidad!!!


No hay que esperar mucho para que el sobrepeso cause problemas de salud en los niños. Incluso a edades tan tempranas como los tres años ya se observan alteraciones significaticas en los niños con sobrepeso.

En el estudio, de la Universidad de Carolina del Norte, participaron 16.000 niños de entre uno y diecisiete años. Aproximadamente el 70% tenían un peso saludable. El 15% tenían sobrepeso, el 11% obesidad y el 3,5% tenían obesidad severa.

La conclusión más llamativa de dicho estudio es que a edades muy tempranas, mucho antes de lo esperado por los investigadores, se encontraron incrementos en un marcador inflamatorio relacionado con futuros problemas cardíacos y con la aparición de diabetes del tipo 2.

El 40% de los niños de entre tres y cinco años con obesidad tenían niveles elevados de la proteína C reactiva, frente al 17% de los niños con un peso saludable.

A edades muy tempranas, mucho antes de lo esperado por los investigadores, se encontraron incrementos de la proteína C reactivaCuanto mayores eran los niños la proporción aumentaba. En los jóvenes con un peso saludable la proporción se mantiene, pero con sobrepeso el porcentaje se dispara: en el grupo de los que tenían entre quince y diecisiente años, el 83% de los obesos tenían altos niveles de esta proteína comparado con el 18% de los que no tenían problemas de peso.

La doctora Eliana Perrin, una de los autores del estudio, sostiene que "la teoría es que la obesidad conduce a la inflamación que a su vez conduce a problemas cardíacos y circulatorios con el tiempo".

Precisamente hoy también se ha publicado otro estudio según el cual el 27% de las calorías que consumen los niños estadounidenses provienen de 'snacks' dulces o salados o bebidas azucaradas.

La ingesta de calorías diaria de los niños se ha incrementado en 168 desde 1977 (182 en los niños de dos a seis años) y el ratio de obesidad infantil (entre 10 y 17 años) no para de crecer: pasó de 14,8% en 2003 a 16,4% en 2007.

viernes, 5 de marzo de 2010

¿Qué beben tus hijos?


El consumo de refrescos azucarados, como gaseosas, jugos de fruta y bebidas deportivas, a los 5 años está relacionado con una mayor grasa corporal durante los siguientes 10 años, según un estadio realizado por Laura Fiorito, de la Pennsylvania State University. La grasa corporal en la adolescencia está vinculada a la obesidad a largo plazo

Tener más grasa corporal durante la adolescencia se ha vinculado con el sobrepeso y otros problemas de salud, como la diabetes y la enfermedad cardíaca, a largo plazo, afirma el equipo de Fiorito en American Journal of Clinical Nutrition.

Fiorito y sus colegas observaron lo que bebieron 166 niñas no hispanas entre los 5 y los 15 años. También midieron su peso, altura y grasa corporal. El peso y la grasa corporal no variaron según la leche o zumo de frutas natural que tomaron las niñas.

En cambio, después de tener en cuenta otros factores relacionados con el peso y la grasa corporal, las niñas que consumían dos o más bebidas azucaradas al día tenían mayores porcentajes de grasa corporal y peso y eran más propensas a la obesidad que aquellas que tomaban cantidades menores de esas bebidas.



Por lo tanto, en los niños pequeños se deberían sustituir las bebidas azucaradas por leche baja en grasa y agua, concluye el equipo de Fiorito.

miércoles, 3 de marzo de 2010

¿QUÉ SIENTE UN BEBÉ?



Tres científicos de la UNED, la Universidad de Valencia y la de Murcia, junto con expertos del Instituto del Bebé Nuk, van a hacer la vida más fácil a las nuevas mamás, con la Guía de la expresión del bebé, basada en el estudio científico sobre Comunicación gestual y prosódica del bebé.

En este trabajo han logrado interpretar gestos básicos que indican sus emociones. Por ejemplo, cuando tienen miedo abren los ojos como platos y, a partir de los seis meses, huyen; o cuando están nerviosos comen más o mordisquean juguetes.

El llanto también es esclarecedor. Los matices de su sonido pueden denotar enfermedades o trastornos de cualquier tipo, y el grueso de la población sólo es capaz de distinguir el matiz de dolor.

Las madres aprenden los matices del llanto o las expresiones en los primeros días de forma frustrante

Para elaborar esta guía, los científicos han tenido que inventar una nueva metodología de trabajo para observar a 45 bebés de entre 3 y 18 meses, y han creado un nuevo proceso de evaluación para los más pequeños.

Así, los profesores Francisco Martínez Sánchez (UMU) y Mariano Chóliz Montañés (UV) han grabado sus reacciones en guarderías y centros de salud (especialmente en el momento de la vacunación)... e incluso han tenido que asustarles o provocarles la risa para captar su expresión. "Las madres aprenden los matices del llanto o las expresiones del niño en los primeros días de vida de forma frustrante", dice Martínez.

El catedrático de Psicología de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) Enrique G. Fernández-Abascal, apunta que se produce un cambio importante en las emociones del bebé a partir de los seis meses, se hacen menos intensas y comienzan a expresarlas de un modo diferente.

Y puede resultar importantísima la manera en la que los padres enseñan a los hijos a gestionar sus sentimientos desde esta temprana edad, pues ante un mismo estímulo, dice el catedrático, "un niño puede tener una crisis de ansiedad o jugar y quedarse tranquilo, algo que ayuda a detectar futuros problemas emocionales".

Y una curiosidad: lo negativo es innato y, en cambio, lo positivo se aprende.

"Nos estamos conociendo"

Nadia Hammoudi tiene un bebé de tres meses y ha participado en una de las estimulaciones organizadas por Nuk y los responsables del estudio. "En estos tres meses ya nos vamos conociendo. Sé identificar a la perfección los llantos por hambre, dolor de barriga o cólicos... pero también cuando tan sólo quiere que le mimen. Nos han explicado acciones sencillas para que aprendan la afectividad positiva, como relativizar el dolor de caída y no decirle: ¡pobrecito!", relata.

LOS RECIÉN NACIDOS LLORAN EN SU IDIOMA MATERNO


Desde sus primeros días de vida, los bebés lloran en francés, inglés o español, ya que el llanto de los recién nacidos lleva la impronta del idioma de sus padres, según un estudio publicado en la edición digital de Current Biology.

Los neonatos humanos son capaces de reproducir distintos tonos cuando lloran
El descubrimiento sugiere que los bebés captan elementos de lo que será su idioma materno ya en el vientre de su madre, mucho antes de sus primeros balbuceos.

"El hallazgo más espectacular de este estudio es que los neonatos humanos no sólo son capaces de reproducir distintos tonos cuando lloran, sino que prefieren las pautas sonoras típicas del idioma que han oído durante su vida fetal, en el último trimestre de gestación", señala una de las autoras del estudio, Kathleen Wermke, de la universidad alemana de Würzburg.

Según Wermke, contrariamente a lo que indican las interpretaciones más ortodoxas, estos datos subrayan la importancia del llanto para el futuro desarrollo del lenguaje.

Bebés franceses y alemanes

El equipo de Wermke grabó y analizó el llanto de 60 recién nacidos sanos, 30 de ellos de familias francófonas y los otros 30 de familias germanófonas, entre 3 y 5 días después de su alumbramiento.

El análisis reveló claras diferencias, basadas en el idioma materno.

Los recién nacidos prefieren la voz de su madre a todas las demás
En el experimento, los bebés franceses tendieron a llorar en un tono ascendente, mientras que los alemanes lo hicieron en un tono descendente, unas diferencias características entre los dos idiomas, explicó Wermke.

Estos resultados demuestran el impacto temprano del idioma nativo, según los investigadores.

Estudios anteriores habían demostrado que los fetos humanos son capaces de memorizar sonidos del mundo externo ya en el último trimestre de gestación. Pero aunque se sabía que la exposición prenatal al idioma materno influye en la percepción de los recién nacidos, se pensaba que sus efectos sobre la pronunciación de sonidos se daban de forma mucho más tardía.

Los recién nacidos prefieren la voz de su madre a todas las demás, perciben el contenido emocional de los mensajes que les envía mediante la entonación, y sienten una fuerte motivación de imitarla para atraerla y crear lazos afectivos, según el estudio.

Y la entonación de la madre es el único aspecto del lenguaje que son capaces de imitar, lo que explicaría los resultados del estudio, señalan los científicos.

lunes, 1 de marzo de 2010

Carencia de maternaje y organización de dinámicas violentas



Personalmente creo que todas las formas de violencia, pasivas o activas, concretas o sutiles, se generan a partir de la falta de maternaje, es decir, a partir de la falta en la calidad de atención, calidez, amor, brazos, altruismo, generosidad, paciencia, comprensión, leche, cuerpo, mirada y sostén....recibidos –o no- desde el nacimiento y durante toda la infancia.

Desde el punto de vista del bebé, toda experiencia sin suficiente apoyo y sostén, es violenta. Porque actúa en detrimento de las necesidades básicas.

Sencillamente, un bebé pequeñito llega al mundo sin ninguna autonomía. Recién adquiere la capacidad de desplazarse por sus propios medios alrededor de los nueves meses, gracias al gateo. Y necesita alrededor de dos años para tener conciencia de su ser separado. Y luego precisará varios años para que pueda salir solo a la selva urbana. Necesita del adulto para sobrevivir. Por supuesto que requiere que se le procure alimento, higiene, calma y silencio para dormir. También sabemos que el niño necesita contención, calor, cercanía de otro cuerpo, leche, mirada, palabras y sobre todo alguien que haga de mediador entre él y el mundo externo. Si no recibe una calidad de atención acorde con sus necesidades básicas, esa falta la vive como violenta. Es la violencia del desamparo.

La realidad es que la mayoría de los bebés llegan al mundo sin una mamá o persona maternante capaces de sostener y fundirse en la inmensa necesidad de ser sostenidos y acariciados en forma permanente. En la actualidad, los bebes no reciben incondicionalmente lo que piden, porque siempre hay un adulto cerca para no estar de acuerdo y para tener una opinión al respecto.

Generalmente se trata de las mismas madres amorosas que entramos en contradicción con nuestros propios pensamientos. El asunto es que no es un período para pensar. Es un período para entrar en fusión emocional. No hay que buscar razones, ni elegir concienzudamente la mejor opción. No hay reglas a seguir ni consejos aplicables. En estos casos los niños quedan prisioneros de lógicas incomprensibles, alejados de los brazos de sus madres y solos.

Los bebés unánimemente explican una y otra vez a través de sus interminables y prístinos llantos, dónde está su lugar. El bebé que no está en contacto con el cuerpo de su madre, experimenta un inhóspito universo vacío que lo va alejando de su anhelo de bienestar que traía consigo desde el período en que vivía dentro del vientre amoroso de su madre. El bebé recién nacido no está preparado para un salto a la nada: a una cuna sin movimiento, sin olor, sin sonido, sin sensación de vida. Esta violenta separación de la díada causa más sufrimientos de lo que podemos imaginar y establece un sin sentido en el vínculo madre-niño. Cuando las expectativas naturales que traía el pequeño son traicionadas, aparece el desencanto, junto al miedo de ser nuevamente herido. Y después de muchas experiencias similares, brota algo tan doloroso para el alma como es el enojo, el miedo y la resignación.

Cuando ese ser tan pequeñito no se siente valioso ni bienvenido, se convertirá necesariamente en un ser humano sin confianza, sin espontaneidad y sin arraigo emocional. Todos los bebés son valiosos, pero sólo pueden saberlo por el modo en que son tratados. En los países “desarrollados”, las madres compramos libros con indicaciones sobre cómo atender a nuestros hijos, sobre cómo dejarlos llorar hasta que se duerman y cómo abandonarlos en el vacío emocional sin siquiera tocarlos. Las madres jóvenes desconfiamos de nuestra capacidad innata de criar a nuestros hijos, y desoímos los “motivos” que tienen los bebés para transmitir señales que son inconfundiblemente claras.

La noche en particular puede ser terrorífica para los niños al no percibir ningún movimiento. El “tiempo” aparece como un hecho doloroso y desgarrador si la madre no acude, a diferencia de las vivencias dentro del útero donde toda necesidad era satisfecha instantáneamente. Ahora la espera, duele. De hecho, los niños lloran hasta dormirse. Al despertar, finalmente encuentran confort en brazos de sus madres. Pero ya no confían, están atentos y se aferran con vigor a los pechos calientes. Los muerden, los lastiman. Tienen miedo. Y así, una y otra vez hasta que abandonan. El miedo los acompañará siempre, incluso en esos momentos en que están reconfortados. Porque saben que el silencio volverá en cualquier momento a devorarlos. Nunca más dejarán de estar alertas. No cuentan con nadie y el mundo es hostil.

Cuando nuestros hijos lloran o reclaman “más de lo normal”, creemos que se han constituido en enemigos que las madres debemos vencer. La idea básica alrededor de esta moda estima que satisfacer las necesidades de un bebé o niño pequeño los convierte en “malcriados”, aunque paradójicamente, obtenemos una y otra vez el resultado opuesto al esperado. De hecho, los bebés siguen siendo “demandantes”, se enferman, se accidentan y nos traen muchos dolores de cabeza.

En la medida que van creciendo, la psique se organiza adquiriendo ciertos mecanismos de supervivencia, para sufrir lo menos posible. Algunos de esos mecanismos son visibles, como los niños que pegna o muerden para sentirse valiosos; otros son invisibles, como los niños que suelen ser víctimas de otros niños, o los que se deprimen o pasan desapercibidos, o bien los que se enferman con demasiada frecuencia, logrando de ese modo obtener la mirada y la atención que siempre necesitaron.

En la medida que no estemos dispuestos a atender y satisfacer las necesidades naturales y legítimas de los niños pequeños, estamos induciendo a perpetuar las dinámicas violentas. Porque un niño no satisfecho, es un niño que insistirá por diferentes medios conquistar lo que necesitó genuinamente. Así crecerá, se convertirá en adolescente, en joven y en adulto: como un ser necesitado. Entonces golpeará a otros, robará, manipulará situaciones, se convertirá en víctima de otros, luchará por obtener lo que creerá imprescindible para su supervivencia emocional. Aunque habrá olvidado lo que siempre quiso pero no podrá conseguir, por más fuerte y poderoso que devenga: no podrá obtener más mamá.

Todas las formas de violencia que tanto nos preocupan, tienen un común denominador: la necesidad primaria no satisfecha. Cuando algo vital para la supervivencia emocional, no lo podemos incorporar, nos desesperamos. Y la desesperación por vivir, nos obliga a buscar modos de apropiarnos de lo que sea. Puede ser el deseo del otro, el cuerpo del otro, el prestigio del otro, o lo que sea que la conciencia perciba como alimento espiritual.

Por eso, si reconocemos nuestras propias limitaciones afectivas, nuestras incapacidades para reconocer el deseo del niño que es diferente al nuestro (y justamente por eso no lo toleramos); veremos que la dedicación, el altruismo y el tiempo de dedicación exclusiva hacia los niños pequeños, constituye la verdadera prevención contra todo tipo de violencias.

Los niños sostenidos, acariciados y respetados están en paz consigo mismos. No necesitan luchar por un territorio emocional, porque les sobra. No hay guerra interna o externa para librar. No les incumben las peleas. Los niños amparados y fusionados saben que obtendrán lo que necesitan. Esa es la experiencia cotidiana que repiten a cada instante y que conforman una rutina sin sobresaltos. Así se establece la seguridad interior y posiblemente ya no se mueva nunca más de las entrañas de esos seres. Sentirse seguros, amados, tenidos en cuenta, estables y con total confianza en ellos mismos y en los demás...será obviamente el tesoro más preciado para el despliegue de sus vidas.


Laura Gutman