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martes, 10 de enero de 2012

COMO APLICAR LIMITES A LOS NIÑOS


10 consejos para educar con disciplina a nuestros hijos
Una disciplina eficaz a la hora de aplicar los límites a nuestros hijos es lo más importante. Para educar de manera eficaz a nuestros hijos debemos marcar las reglas en casa con el objetivo de cumplirlas. El secreto es hacerlo de manera coherente y con firmeza. Una de las consecuencias educativas de una falta de habilidad a la hora de establecer las normas y de marcar los límites puede ser la falta de respeto, que se produce cuando hablamos demasiado, exageramos en la emoción, y en muchos casos, nos equivocamos en nuestra forma de expresar con claridad lo que queremos o lo hacemos con demasiada autoridad.



10 consejos básicos para aplicar límites educativos

Cuando necesitamos decir a nuestros hijos que deben hacer algo y “ahora” (recoger los juguetes, irse a la cama, etc.), debemos tener en cuenta algunos consejos básicos:



Aplicar límites a los niños

1. Objetividad. Es frecuente escuchar en nosotros mismos y en otros padres expresiones como “Pórtate bien”, “sé bueno”, o “no hagas eso”. Estas expresiones significan diferentes cosas para diferentes personas. Nuestros hijos nos entenderán mejor si marcamos nuestras normas de una forma más concreta. Un límite bien especificado con frases cortas y órdenes precisas suele ser claro para un niño. “Habla bajito en una biblioteca”; “da de comer al perro ahora”; “agarra mi mano para cruzar la calle” son algunos ejemplos de formas que pueden aumentar sustancialmente la relación de complicidad con tu hijo.



2. Opciones. En muchos casos, podemos dar a nuestros hijos una oportunidad limitada para decidir como cumplir sus “órdenes”. La libertad de oportunidad hace que un niño sienta una sensación de poder y control, reduciendo las resistencias. Por ejemplo: “Es la hora del baño. ¿Te quieres duchar o prefieres bañarte?”. “Es la hora de vestirse. ¿Quieres elegir un traje o lo hago yo? Esta es una forma más fácil y rápida de dar dos opciones a un niño para que haga exactamente lo que queremos.



3. Firmeza. En cuestiones realmente importantes, cuando existe una resistencia a la obediencia, nosotros necesitamos aplicar el límite con firmeza. Por ejemplo: “Vete a tu habitación ahora” o “¡Para!, los juguetes no son para tirar” son una muestra de ello. Los límites firmes se aplican mejor con un tono de voz seguro, sin gritos, y un gesto serio en el rostro. Los límites más suaves suponen que el niño tiene una opción de obedecer o no. Ejemplos de ligeros límites: “¿Por qué no te llevas los juguetes fuera de aquí?”; “Debes hacer las tareas de la escuela ahora”; ” Vente a casa ahora, ¿vale?” o “Yo realmente deseo que te limpies”. Esos límites son apropiados para cuando se desea que el niño tome un cierto camino. De cualquier modo, para esas pocas obligaciones “debe estar hecho”, serás mejor cómplice de tu hijo si aplicas un firme mandato. La firmeza está entre lo ligero y lo autoritario.



4. Acentúa lo positivo. Los niños son más receptivos al “hacer” lo que se les ordena cuando reciben refuerzos positivos. Algunas represiones directas como el “no” o “para” dicen a un niño que es inaceptable su actuación, pero no explica qué comportamiento es el apropiado. En general, es mejor decir a un niño lo que debe hacer (“Habla bajo”) antes de lo que no debe hacer (“No grites”). Los padres autoritarios tienden a dar más órdenes y a decir “no”, mientras los demás suelen cambiar las órdenes por las frases claras que comienzan con el verbo “hacer”.



5. Guarda distancias. Cuando decimos “quiero que te vayas a la cama ahora mismo”, estamos creando una lucha de poder personal con nuestros hijos. Una buena estrategia es hacer constar la regla de una forma impersonal. Por ejemplo: “Son las 8, hora de acostarse” y le enseñas el reloj. En este caso, algunos conflictos y sentimientos estarán entre el niño y el reloj.



6. Explica el porqué. Cuando un niño entiende el motivo de una regla como una forma de prevenir situaciones peligrosas para sí mismo y para otros, se sentirá más animado a obedecerla. De este modo, lo mejor cuando se aplica un límite, es explicar al niño porqué tiene que obedecer. Entendiendo la razón, los niños pueden desarrollar valores internos de conducta o comportamiento y crear su propia conciencia. Antes de dar una larga explicación que puede distraer a los niños, manifiesta la razón en pocas palabras. Por ejemplo: “No muerdas a las personas. Eso les hará daño”; “Si tiras los juguetes de otros niños, ellos se sentirán tristes porque les gustaría jugar aún con ellos”.



7. Sugiere una alternativa. Siempre que apliques un límite al comportamiento de un niño, intenta indicar una alternativa aceptable. Sonará menos negativo y tu hijo se sentirá compensado. De este modo, puedes decir: “ese es mi pintalabios y no es para jugar. Aquí tienes un lápiz y papel para pintar”. Otro ejemplo sería decir: “no te puedo dar un caramelo antes de la cena, pero te puedo dar un helado de chocolate después”. Al ofrecerle alternativas, le estás enseñando que sus sentimientos y deseos son aceptables. Este es un camino de expresión más correcto.



8. Firmeza en el cumplimiento. Una regla puntual es esencial para una efectiva puesta en práctica del límite. Una rutina flexible (acostarse a las 8 una noche, a las 8 y media en la próxima, y a las 9 en otra noche) invita a una resistencia y se torna imposible de cumplir. Rutinas y reglas importantes en la familia deberían ser efectivas día tras día, aunque estés cansado o indispuesto. Si das a tu hijo la oportunidad de dar vueltas a sus reglas, ellos seguramente intentarán resistir.



9. Desaprueba la conducta, no al niño. Deja claro a tus hijos que tu desaprobación está relacionada con su comportamiento y no va directamente hacia ellos. No muestres rechazo hacia los niños. Antes de decir “eres malo”, deberíamos decir “eso está mal hecho” (desaprobación de la conducta).



10. Controla las emociones. Los investigadores señalan que cuando los padres están muy enojados castigan más seriamente y son más propensos a ser verbalmente y/o físicamente abusivos con sus niños. Hay épocas en que necesitamos llevar con más calma la situación y contar hasta diez antes de reaccionar. La disciplina consiste básicamente en enseñar al niño cómo debe comportarse. No se puede enseñar con eficacia si somos extremamente emocionales. Delante de un mal comportamiento, lo mejor es contar un minuto con calma, y después preguntar con tranquilidad, “¿que ha sucedido aquí?”. Todos los niños necesitan que sus padres establezcan las guías de consulta para el comportamiento aceptable. Cuanto más expertos nos hacemos en fijar los límites, mayor es la cooperación que recibiremos de nuestros niños y menor la necesidad de aplicar consecuencias desagradables para que se cumplan los límites. El resultado es una atmósfera casera más agradable para los padres y los hijos.



Fuente consultada:

- Teach your child to behave disciplining with love from 2 to 8 years.

Autor: Charles E. Schaefer, Ph.D., profesor de Psicología y director del Centro de Servicios Psicológicos en la Universidad de Fairleigh Dickinson.

lunes, 9 de enero de 2012

Un niño que duerme poco puede acabar en un adulto deprimido


Un nuevo estudio da cuenta de la importancia del sueño; de dormir las horas necesarias para mantenernos sanos física y psicológicamente. Según una investigación de la Universidad de Colorado (EE UU), un niño que duerme poco puede acabar desarrollando problemas anímicos con la edad.

Los investigadores, con niños de edades entre los 2 y los 3 años, comprobaron que un sólo día sin dormir siesta aumentaba su ansiedad y reducía sus niveles de interés, alegría y capacidad de comprensión.


La siesta asegura los 'depósitos de descanso' de los niñosPara realizar este estudio, valoraron la expresión emocional de niños sanos a los que se les privó de su siesta una hora después de haber pasado el tiempo en el que, normalmente, habrían estado descansando. Después les estudiaron otro día, después de realizar su siesta rutinaria.

"Muchos niños pequeños no duermen lo suficiente en la actualidad y para ellos, las siestas que realizan durante el día son una forma de asegurarse de que sus 'depósitos de descanso' están llenos cada día", señala la responsable del trabajo, la profesora Monique LeBourgeois.

Los resultados indican que un sueño insuficiente altera la expresión facial de los más pequeños, que responden a los acontecimientos emocionantes de forma menos positiva y con mayor negatividad a los sucesos frustrantes.

Menos horas de sueño, menos disfrute
El trabajo, cuyos autores creen que podría ser el primero que observa los efectos experimentales de la pérdida de sueño en la respuesta emocional de los niños, indicó que saltarse la siesta (90 minutos en su caso) hacía que los menores fueran incapaces de disfrutar las experiencias divertidas con plenitud, demostrando alegría e interés, y de adaptarse a nuevas frustraciones.

A juicio de LeBourgeois, este trabajo –que aparece en el Journal of Sleep Research– muestra "que un sueño insuficiente, provocado por saltarse las siestas diurnas, se paga en la forma en la que los niños expresan sus distintos sentimientos y con el tiempo, puede dar forma a su desarrollo emocional cerebral y ponerles en riesgo de desarrollar problemas anímicos con la edad".

El cerebro se hace hipersensible a los sonidos que escucha en las primeras etapas de la vida


La ciencia ha venido a demostrar que no era cierto el llamado 'efecto Baby Mozart' (que el feto se ve afectado por los sonidos y músicas que escucha en su gestación). Sin embargo, los sonidos que rodean al niño en sus primeros años si pueden apurar su sensibilidad en uno u otro sentido.

Según investigadores del Instituto de Neurociencias de Castilla y León (Incyl), el cerebro se vuelve hipersensible a lo que escucha en las primeras etapas de la vida. Los investigadores han concluido un estudio en ratones que ofrece nuevas claves sobre los efectos de acostumbrar al cerebro en las primeras etapas de crecimiento a escuchar cierto tipo de sonidos.

El estudio muestra como estos animales se vuelven hipersensibles hacia los sonidos a los que han sido expuestos gracias al importante papel que juega en este proceso el colículo inferior del cerebro.

Bajo la corteza cerebral
Todo ello puede tener importantes implicaciones prácticas en el caso del ser humano, por ejemplo, en el aprendizaje de idiomas, que resulta mucho más efectivo en niños de corta edad.


Las neuronas subcorticales desarrollan sensibilidad al estímulo recibidoHabitualmente, muchos neurocientíficos consideran que la mayor parte de las funciones importantes del sistema nervioso ocurren en la corteza cerebral. Pero, la corteza cerebral es una parte pequeña del cerebro y hay otras como el colículo inferior que, según este trabajo, también está muy relacionada con otros muchos aspectos clave de la audición.

Aunque no han podido demostrar si el fenómeno tiene su origen exactamente en esta parte del cerebro, lo que sí han descubierto es que las neuronas subcorticales (entre ellas, las del colículo inferior) son capaces de mantener o desarrollar esa sensibilidad al estímulo al que se ha sometido a los animales.

Aprender idiomas o tener oído musical
Según explican, cuando se estimula a algunas neuronas por medio de un sonido concreto, las neuronas que están al lado modifican su posición y todas en conjunto se 'resintonizan' a una frecuencia concreta.


Este fenómeno tiene implicaciones en el aprendizaje de idiomasSi este hecho se traslada al caso del ser humano, se encuentra la explicación a fenómenos como la especial sensibilidad de los músicos para los sonidos.

De la misma forma, este fenómeno tiene implicaciones en el aprendizaje de idiomas. Un niño en edad de aprender un lenguaje absorbe el idioma con una facilidad tremenda y no sólo las palabras o la gramática, sino también la pronunciación. Este periodo de aprendizaje podría situarse entre los tres y los ocho años.